El nuevo gobierno de Uruguay deja de reconocer a Edmundo González Urrutia como presidente de Venezuela

El nuevo gobierno de Uruguay deja de reconocer a Edmundo González Urrutia como presidente de Venezuela

Fundación FREE | Comunicado institucional

 

A menos de una semana de haber asumido la presidencia, el nuevo gobierno de la República Oriental del Uruguay, a través de su ministro de Relaciones Exteriores Mario Lubetkin, anunció que deja de reconocer a Edmundo González Urrutia como presidente de Venezuela. De esta manera, Yamandú Orsi vuelve a confirmar lo obvio: que es un títere del Foro de San Pablo, al servicio de los peores intereses. 

 

Tras las elecciones del 28 de julio de 2024, el gobierno de Luis Lacalle Pou había reconocido a Edmundo González Urrutia como ganador y nuevo presidente de Venezuela, al igual que el resto de naciones del mundo libre. Sin embargo, la nueva administración ha decidido retrotraer esta decisión y alinearse con el eje bolivariano. 

 

Aunque Orsi intenta mostrarse como un moderado y salvaguarda frente al radicalismo de un sector mayoritario del Frente Amplio, el nuevo presidente de Uruguay no deja de ser parte de las fuerzas que han empobrecido social, moral, cultural y económicamente a la región. Ya lo había demostrado con su intento por invitar a su asunción a las delegaciones de los regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela. 

 

El Frente Amplio ha regresado al gobierno para llevar adelante una agenda socialista radical y no tiene pruritos en mostrar sus intenciones. El final de esta película es sabido: Uruguay perderá libertad y calidad de vida, el gobierno y sus amigos se enriquecerán a costa del empobrecimiento de la ciudadanía y la izquierda expandirá su influencia en todos los ámbitos de la vida política, social y familiar del país. 

 

Desde Fundación FREE instamos a la oposición a que sea un muro de contención real y efectiva frente al avance de quienes quieren destruir al Uruguay: no deben caer en la corrección política y los falsos consensos, que solo implican ceder en la defensa de nuestros valores e ideas. Con fuerzas destructivas, el diálogo constructivo no sirve. La única alternativa es confrontar y no ceder en el compromiso por la libertad, el Estado de Derecho, la democracia y el respeto a las instituciones.