El caso Vancouver: legalizar la droga no es la respuesta al narcotráfico
José Ponte Rangel | Vancouver, Canadá
En países como Argentina, Uruguay, Chile o México, es común escuchar voces autodenominadas progresistas, que sostienen que legalizar las drogas -no solo la marihuana- acabaría con el narcotráfico y sería beneficioso para la sociedad. Sin embargo, este experimento ya ha sido implementado y actualmente continúa vigente en una ciudad del mundo: Vancouver, en la provincia de Columbia Británica, Canadá.
Hace varios años, de forma progresiva, Vancouver despenalizó el consumo de diversas drogas, desde marihuana hasta fentanilo, pasando por crack y cocaína. Además, la ciudad, con fondos públicos, ha creado espacios donde las personas pueden consumir estas sustancias con asistencia profesional. Incluso existen lugares, conocidos como safe supply, donde se les proporcionan de forma gratuita. Todo esto bajo la premisa de que el narcotráfico desaparecería y que, al facilitar el acceso a las drogas, el consumo disminuiría. Sin embargo, muchas personas obtienen drogas gratis en estos programas financiados por el gobierno y luego las venden en el mercado ilegal.
Los resultados han sido catastróficos y muy costosos, tanto para el Estado como para la sociedad. Un lugar emblemático es la calle Hastings, en pleno centro de Vancouver, donde la venta y consumo de drogas ocurre abiertamente frente a la policía. La escena es desoladora: se puede observar personas en condiciones extremas, muchas semiinconscientes y en estado de abandono, lo que convierte el lugar en un escenario casi apocalíptico. Esta realidad contrasta con el hecho de que Vancouver es una de las ciudades más caras del mundo, y demuestra de qué manera una solución equivocada respecto a las drogas puede llevar a una ciudad al borde del caos.
Desde la despenalización de posesión y consumo de drogas duras en espacios públicos, en 2023, la provincia de Columbia Británica ha registrado un aumento de casi un 5% en las muertes por sobredosis relacionadas con opioides comparado con el año 2022. La despenalización permitió el consumo en espacios públicos, lo que incrementó los incidentes relacionados con el uso de narcóticos. A esto se suma la pérdida de dignidad humana y el aumento de la impunidad: los robos en tiendas se han vuelto tan frecuentes que la policía se ha resignado, y solo se considera delito llevarse más de 5.000 dólares canadienses. Por montos menores, las tiendas deben asumir la pérdida. Sin dudas, una situación alarmante.
Cabe destacar que Canadá es un país de altos ingresos y puede financiar una estructura de asistencia social muy costosa, que contribuya a contrarrestar en parte los problemas causados por esta política del gobierno local. En los países latinoamericanos mencionados anteriormente, no existen los recursos necesarios para replicar este modelo, por lo que los resultados podrían ser aún peores, con un aumento de muertes por sobredosis y una mayor destrucción de vidas. Además, la pobreza en estos países podría potenciar el microtráfico y la criminalidad asociada.
Entonces, ¿legalizar la droga es la respuesta para combatir el narcotráfico? La experiencia de Vancouver indica que NO.